10 de enero de 2024
La búsqueda de la felicidad se ha convertido en un rasgo distintivo de los seres humanos. Por eso, no es de extrañar que hayan surgido numerosos esfuerzos a nivel global para medir los niveles de felicidad en todo el mundo.
Desde 2012, el Índice Global de Felicidad de Naciones Unidas clasifica a los países en función de su nivel de felicidad. El último que se publicó sitúa a Finlandia (por sexto año consecutivo), como el país más feliz del mundo, seguido de Dinamarca e Islandia.
Por el contrario, entre los países con los niveles más bajos de felicidad se encuentran Afganistán, Líbano o Sierra Leona.
¿Pero qué es exactamente lo que nos hace felices?
Naturalmente un país no es feliz o infeliz por sí mismo, sino que son sus habitantes los que definen su nivel de bienestar y satisfacción vital. Para entender estas diferencias entre naciones, los investigadores han identificado las características típicas de los países con altos niveles de felicidad.
Estos estudios sugieren que los países más prósperos (mayor PIB per cápita) también son más felices, probablemente porque la riqueza les permite acceder a bienes materiales y servicios públicos como la educación o la sanidad.
Pero esto no es todo. La calidad de las instituciones -por ejemplo, los tribunales de justicia y los cuerpos de seguridad- o la cultura (creencias y principios compartidos) desempeñan un papel fundamental en la formación de naciones más felices.
Según los profesores de la Universidad de Coimbra (Portugal), Maria Conceiçao y Filipe Coelho, los países más felices también son más individualistas (la gente tiende a dar prioridad a sus propios intereses frente a los colectivos) y con niveles más altos de feminidad.
“Las sociedades 'femeninas' tienden a mostrar preferencia por la cooperación, el cuidado, el altruismo y la igualdad de oportunidades tanto para hombres como para mujeres, lo que aporta un sentido de equidad. Sin embargo, las sociedades masculinas promueven la competitividad, los logros y los roles de género diferenciados”, en palabras de estos expertos.
Otro aspecto que según los investigadores influye en la satisfacción general de un territorio tiene que ver con una distribución equitativa del poder, es decir, con relaciones sociales informales no limitadas por posiciones jerárquicas, y en las que son los votantes y no unos pocos privilegiados quienes marcan el rumbo.
Por último, las naciones más felices parecen ser más tolerantes con la incertidumbre, explican, también menos ansiosas a la hora de asumir riesgos y, por tanto, más propensas a aprovechar las oportunidades de la vida.
“Cada nación tiene una gran diversidad de factores culturales, económicos y sociales que conforman sus identidades y experiencias únicas” subrayan los expertos.
Por este motivo, estos investigadores realizaron un análisis cualitativo para analizar esta diversidad entre países en el ámbito de la felicidad. Y según los resultados, existen múltiples “recetas” que pueden dar lugar a un nivel alto de felicidad de un país.
Por ejemplo, entre los factores que hacen que países como Canadá, Reino Unido o Estados Unidos tengan un nivel relativamente alto de felicidad se incluyen un reparto equitativo del poder, un alto individualismo, un nivel bajo de incertidumbre o un PIB elevado, según los hallazgos del mencionado estudio.
“Estos países poseen una fuerte adhesión a los principios del capitalismo con un nivel relativamente bajo de énfasis en una red de seguridad social. Los individuos de estas sociedades tienden a valorar cualidades como la asertividad o la orientación al rendimiento como motores esenciales de la felicidad”, argumentaron.
Como remarcan los investigadores, una “fórmula alternativa” para la felicidad, -que se da en países como Finlandia o Noruega-, abarca esos mismos factores, y al mismo tiempo, otros donde prima la feminidad o el hecho de asumir pocos riesgos.
“Tienen sistemas de bienestar social que ofrecen un mayor grado de seguridad y previsibilidad económica y social. Los ciudadanos de estos países tienen una fuerte preferencia por la igualdad y aprecian las ventajas de la previsibilidad”, alegan en referencia a este modelo.
Precisamente, tener algo de seguridad respecto al futuro (por ejemplo, en términos económicos), ofrece en determinados contextos que los individuos puedan perseguir sus intereses sin mayores problemas. Sin embargo, estos modelos no siempre son aplicables en todos los países, como recuerdan los investigadores.
En el lado contrario, hay determinados patrones que se dan en los países con la felicidad más baja, aunque no siempre tienen que ver con la riqueza o la economía. De hecho, en países relativamente acomodados, puede haber importantes disparidades sociales y económicas, corrupción, malestar social, inestabilidad política y restricciones a la libertad política que lastran, en términos generales, la felicidad del propio país.
¿Cuál es la 'fórmula' para la felicidad de un país?
“Los gobiernos de todo el mundo deberían adoptar un enfoque flexible y adaptable en la formulación de políticas, reconociendo que no existe un enfoque único para promover el bienestar. En lugar de intentar imitar el modelo de un país de éxito, los gobiernos deberían diseñar y aplicar políticas adaptadas a las características únicas del país, como las circunstancias económicas y los valores culturales”, subrayan en base a su estudio.
“Además, para promover la felicidad colectiva, más que actuar sobre factores individuales, los responsables políticos deben asegurarse de que los ingredientes se combinan de forma adecuada. La prudencia debe guiar la creación de indicadores de bienestar subjetivo, ya que no existe una fórmula única que garantice altos niveles de felicidad”, concluyen.